Marga miró el reloj. Pasaban cinco minutos de la una del mediodía y ya estaba harta de dar vueltas alrededor del Palacio de Buenavista, sede del Ministerio del Ejército de Tierra. Conocía de memoria los escaparates de la calle Barquillo y los balcones de las casas que daban a la de Prim.
- Victor Fernandez Correas, Se llamaba Manuel